Las razones por las que tantas personas no pueden satisfacer sus necesidades fundamentales son complejas. Al ser esencialmente de naturaleza política, económica, estructural y social, se refuerzan por la ausencia de voluntad política y por la inadecuación de las medidas que toman los poderes públicos, especialmente en lo que toca a la explotación de los recursos locales.
Una de ellas
es el gran crecimiento de poblacional. De acuerdo con el Fondo de
Población de la ONU, nacen todos los años 80 millones de bebés, lo cual indica
que en poco tiempo habrá grandes problemas de vivienda. Ya de por sí, las
ciudades del mundo están superpobladas, así que se espera que para el 2050 la
situación esté mucho peor.
Una urbanización sin límites. Cada vez más
las ciudades van creciendo y creciendo. Como consecuencias, las zonas agrícolas
se van reduciendo, disminuyendo así la cantidad de alimentos.
Por último, los conflictos políticos agravan
la pobreza. Muchas personas por causa de enfrentamientos armados deben
abandonar sus hogares y vivir como refugiados en otros lugares, a veces e
países distintos donde no cuentan con la protección que tienen los residentes
legales. Algunos viven en casas repletas de parientes, hacinados y apretados.
Otros se han mudado a establos, lugares para animales sin las condiciones
higiénicas necesarias.
Todas estas dificultades afectan más a las mujeres que a los
hombres, lo que agrava aún más el problema de la situación respectiva de unas y
otros. A pesar de la protección jurídica e institucional, esta desigualdad
persiste y se extiende. El rostro de la pobreza en el mundo es cada día más
femenino.
Por lo visto, estas cuestiones agravan y profundizan el talón
de Aquiles de todos los gobiernos: la pobreza.
MAYRA GPE. ESTUDILLO ALVARADO